¿Por qué muchos consideran que la obra más redonda de Pola es Mi Corazón?
Creo que no sólo por el momento que se vivía en México (el terremoto de 1985), por los sentimientos que dicha tragedia despertaron en la videoartista, y el cúmulo de experiencias tras 8 años de haber empezado a experimentar con el video, sino por la fuerza con la que transmite el derrumbe de una ciudad, y que en metáfora es un derrumbe personal; Mi Corazón es el video que más espectadores recuerdan y sienten.
A partir de aquí, me permito reproducir parte del artículo Pola Weiss: del cuerpo visto al ojo amoroso, que forma parte del libro Museo Vivo, la creatividad femenina, coordinado por Eli Bartra, y escrito al alimón con Sara Espinosa Islas .
La entrada del video anunciando lo que será la frase representativa de la videoartista a partir de ese momento: Mi ojo es mi corazón; un corazón que late y una música penetrante, figuras geométricas, un flujo brillante que atraviesa un corazón y quizá una de las imágenes más recordadas: una gota de sangre que recorre la entrepierna de una mujer y llega a una flor blanca.
Con esta imagen Pola aborda uno de los temas tabú de la época: la menstruación. Y no sólo alude a un proceso fisiológico sino que recupera la noción de virginidad envuelta en un flujo corpóreo: “lo puro vs. lo impuro. Es así como Pola se muestra con su cuerpo de mujer por medio de su ojo-cámara, el mismo ojo que le permite ser observadora de sí misma.
“Pola libera su cuerpo por medio de la mirada e invita al espectador a observarlo desde esa distancia que las sociedades occidentales han elegido al privilegiar la visión sobre cualquiera de los otros sentidos (Le Breton, 1995, 123) . Ese cuerpo bailarín parece disociado del ojo polístico que representa la cámara y el sentimiento: la dualidad del alma y el cuerpo, el dentro y fuera de la propia Pola que se autoinspecciona en acción.
“Si como afirma Le Breton, el cuerpo es la huella más tangible del sujeto, lo que le da certeza, para las mujeres el cuerpo es lo que las marca y define; pero esa definición siempre viene de fuera, de los otros, mientras que Pola intenta encontrarse por medio de su propio ojo.
“Ese yo construido de manera electrónica abarca la pantalla y la vida de la artista, la cual retoma momentos íntimos para elaborar una especie de patch work personal mediante metáforas visuales: ahora Pola se muestra en una cama, desnuda y con electrodos; un electrocardiograma describe gráficamente su presencia en el mundo. Un nuevo corte nos lleva al close up de Pola con una lágrima de cristal; sobre ella una inserción del cuadro de Gustav Klimt llamado Maternidad.
“En ese cuerpo hinchado, con su rostro y la imagen de un feto en el vientre, la videoartista suplanta a la modelo. El cuerpo femenino en el proceso que parece definirlo: la reproducción humana. Pola ya no se observa, nos narra, nos involucra en la historia del hijo perdido en Venecia; por eso con paneos erráticos nos introduce por el baño y el cuarto del hospital donde abortó. Esa experiencia personal, como tantas otras le dan coherencia al relato emocional al que nos introduce la artista; su vivencia es única e irrepetible, dolorosa y trascendente.
“Las siguientes tomas muestran imágenes de fotos de la artista en difrentes etapas: infante, niña, adolescente, joven, adulta; todas con el foco en el ojo polístico. La última se enlaza con una calavera de azúcar cuyo nombre es ‘El feto’. Ahora es la muerte dulce, la mestiza, el proceso final del cuerpo. En este caso el deceso del que no fue cuerpo, del desaparecido antes de nacer. Pola no puede escapar al estigma del cuerpo mujer-madre, es ajena a las otras que sí lo son y por ello la pérdida del feto significa el derrumbe.
“Derrumbe que inicia con una lámpara pendulante y las cajas de video de la artista tambaleándose en una repisa. Una torre de naipes con la imagen del rostro de Pola cae; es el terremoto que derriba edificios, casas y gente. Pola es ahora la invitada al convite de la desgracia, esa que se produjo sobre México como lo muestra la pantalla.
“Entonces se suceden imágenes entrelazadas del desplome, los rescatistas y Pola bailarina. Su cuerpo silueta danza ágil pero dolorosamente frente a las ruinas de los inmuebles; permanece en cuclillas como si fuese un ser más por rescatar entre los escombros. Pola niña llora. Se inician las memorias, los pedzos de recuerdo que componen el vivir de la videoartista. Las secuencias de las imágenes van más rápido, las flores son destrozadas por la piedra; aparece una pintura de Klimt sobre la muerte y de nuevo la bailarina. Pola furiosa golpea con una raqueta; desquita la rabia por la muerte del otro.
“Ahora todo es muerte, la del feto, la de los afectados por el terremoto, porque los cuerpos finalizan en la muerte y su representación aparece en la pantalla: la calavera con guadaña y el cementerio, el lugar de los cuerpo muertos. Aparece la muerte según Dalí y de nuevo Pola con la raqueta de su ira; la calavera y la muerte reaparecen, y en le cementerio se convierte en un cortejo fúnebre mientras ella baila.
“Ella recuerda y mira unos documentos. Se sucede la imagen de su terreno del Ajusco, desde donde ella podía mirar la ciudad, esa que se ha derrumbado. La metáfora indica la construcción después de la destrucción; ella construye a pesar del derrumbe, recupera su vida, retorna de su lugar de no-madre, para ser la de la foto fija en su estudio, la del cuento de hadas en el palacio de Merlín, la que baila. Su corazón late, Pola no ha muerto, nos mira, nos siente con ese corazón de lentejuela sobre celofán azul que se agita de manera rítmica.”
Asimismo, otros autores han hablado de Mi Corazón, como es el caso de Salvador Mendiola, Hortensia Moreno, Gloria y Adela Hernández, quienes comentan respecto de esta obra:
“Nada en Mi Corazón repite el modelo institucional de representación cinemática, nada que ver con Hollywood ni con Televisa ni con cosa que se les parezca. Todo es transgresión y escape, lúdica rebelión y lúdica crítica de lo establecido, desde la perspectiva de ella, la Bruja eléctrica, que nada ve ni quiere ver de acuerdo al patrón establecido…”
Es precisamente la fuerza de sus imágenes y las metáforas relativas al suceso y a su vida, las que tocan de una manera muy libre, las sensaciones de los espectadores, rompiendo los patrones delo establecido en la narrativa visual y en la forma de asumir su rol femenino.
Cabe resaltar también que originalmente, Mi Corazón estuvo planeado para ser una acción a presentarse en Cankarjev Dom, Yugoslavia, pero la tragedia del terremoto, quizá llevó a Pola a replantearse el espectáculo original cuya producción estimaba realizar en 12 horas y el performance en 30 minutos, tiempo que editado le daba 6 minutos de producción y 5 minutos de performance. Esto se puede corroborar en el cuaderno de trabajo de Pola Weiss con fecha de junio de 1985.



